viernes, 14 de septiembre de 2007

Pesadillas I (por Ludmila Saddo)


No es producto de la casualidad el hecho de que en mi documento de identidad el apellido Saddo aparezca imponente y odioso sobre mi nombre en minúscula: Ludmila Gabriela. Cuando me dí cuenta de la dimensión que tenía el portar semejante palabra, las escenas más grotescas de mis experiencias cobraron un significado mayor, a tal punto que, pensándolo ahora, me sirvieron para aminorar lo vertiginoso de mis ideas de culpa. Vivo (vivo?) hace 2 años en un departamento que nos dejó mi viejo a mí y a la zorra de mi vieja, en donde ahora estoy compartiendo el tiempo con mi novio, el Shuno.

El Shuno para mí , como digo siempre, me salvó la vida, me sacó de la mierda. Bah, al menos de la gran mayoría de la mierda de donde estaba metida, porque todavía estoy metida hasta el tuje con la roña. Si tengo que ennumerar los niveles de mierda a las que me he visto sometida tendría que empezar por la más asqueante, la peor de todas, la mierda mayor, la única que sustituye cualquiera de las mierdas existentes, de la unica que no me puedo librar. La Mierda Universal de mi madre. Como digo siempre, Dios me dio la vida y ella se encarga de cagármela . La puta madre, a veces pienso, me imagino, me convenzo, cuánto dolor le debo haber provocado el día que me parió para que la muy hija de puta me lo tenga que cobrar con todo el martirio que me provoca, con todas las basureadas que me hizo desde ese puto día en que me tironearon de su agujero.

Hasta pareciera a veces que confirmo sin querer esa anécdota suya con la que me recrimina todos los días desde que empecé a hablar; a veces hasta tengo esas pesadillas donde “recuerdo” vivamente su historia del día en que yo nací, y siento mis propios gritos de desesperación, sintiendo el oxígeno que se apodera de mí en una horrible sala de partos, y yo desnuda y llena de sangre, de su sangre, y mi cuerpo cianótico recién nacido, y mis manos chiquitas con uñas (garras diría ella), las mismas con las que le provoqué aquellos desgarros en su vagina posterior a mi salida de ese agujero suyo. Hija de mil puta. No vasta una vida para poder retribuirte las toneladas de mierda a las que me obligaste comer.

Por ahora sólo pienso en aquellas cosas que, como un rótulo, mi apellido las certifica como cualidades propias de mi alma. Shuno no sabe que mis fantasías están teñidas de este cúmulo atroz. Pero este espacio me sirve para manifestar aquellos que son mis más fervorosos deseos.

Como anoche. Anoche soñé que era un vampiro. Y todas aquellas víctimas que cayeron en mis manos en los lugares más prohibidos, todas bajo mis pies. Todas bajo mis garras. Y pensé: ¿serán esas mismas garras, las que hirieron a mi madre el día en que atravesé su agujero?. ¿Serán las mismas garras con las que nací al expulsarme de su vientre, de su abismo?, aquél hoyo que como una horrible boca con dientes me lanzó al mundo?.


Ludmila Saddo.-













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